Sin crecimiento, el sistema capitalista está sacrificando el bienestar y liberté del pueblo para soportar.
La sociedad de la abundancia es sólo una fase necesaria para el buen funcionamiento del sistema y está ligada a la democracia representativa. No se basa en ninguna bondad, sino en la adaptación más adecuada posible a la maximización de la disipación de energía. En modo constrictivo estos dos aspectos se ven impactados, ya que el extractivismo hacia afuera (y por lo tanto cómodo para los países centrales) se ve obligado a buscar nuevas presas dentro de su esfera original, lo que rompe el pacto social implícito.
Que las contradicciones se manifiesten en los discursos mediante oxímoron, explícitamente o no, revela los objetivos perfectamente contradictorios que se persiguen; por citar sólo un ejemplo, ahora existe una medida cautelar para practicar la eficiencia y el ahorro energético en la materia con el supuesto objetivo de mantener la estructura que permitirá volver a los residuos habituales.