Y tenía toda la razón: ¡gritamos a los productos ya los fabricantes o vendedores de "productos contaminantes" mientras es a sus clientes a quienes debemos gritar!
Este es un razonamiento simplista porque el comprador no está a iniciativa de las elecciones de los fabricantes. Para tomar un ejemplo banal, se eligió en lugares altos incorporar un cierto porcentaje de alcohol de origen vegetal en la gasolina y se les pide a los usuarios que se acomoden, contentos o no. Otro ejemplo, ningún automovilista ha elegido destruir su automóvil con el pretexto de exceder los estándares cada vez más restrictivos y reemplazarlo por uno nuevo, un poco mejor a este respecto, pero en general peor si lo tenemos en cuenta (y ¿Cómo no hacerlo?) todo el proceso ...