"El sector nuclear francés se pasa el tiempo notando que el tiempo pasa demasiado rápido"
Tarde, tarde... Como el conejo de Alicia, la potencia nuclear francesa se pasa el tiempo mirando el reloj y dándose cuenta de que el tiempo corre demasiado rápido. El jueves 19 de mayo, los responsables de la planta del reactor de Hinkley Point, en el suroeste de Inglaterra, tuvieron que reconocer que la puesta en marcha de la nueva central, construida por EDF, no se produciría antes de junio de 2027, es decir, dos años más tarde de lo previsto en 2018. Suponiendo que se respete este último plazo, ya será un récord, si tenemos en cuenta que su equivalente francés, el reactor EPR de Flamanville (Mancha), se pondrá en marcha con al menos once años de retraso, y su hermano pequeño finlandés, doce años mayor de lo inicialmente anunciado.
Estos continuos aplazamientos van acompañados de un aumento de la factura. De nuevo, el proyecto británico, que inicialmente costaría 21 millones de euros, ahora está valorado en casi 30 millones. La crisis sanitaria y sus confinamientos han trastocado la cadena de subcontratación y reducido la plantilla. Por no hablar de la inflación en el precio de las materias primas utilizadas, como el acero o el cemento.
