Apocalipsis ahora / JEAN-FRANCIS PECRESSE / 08 / 10 a 19: 29
Veinte años es el tiempo que le queda a la humanidad para vivir en este planeta como siempre ha vivido, más o menos. Cada año, los elementos se desatan un poco más. Pero en veinte años, cuando la temperatura promedio en la superficie del planeta habrá aumentado en 1,5 ° C en comparación con la era preindustrial, se nos prometió el apocalipsis.
Publicado el lunes, el último informe de Giec, el grupo de expertos internacionales, es el más perturbador jamás publicado. Por primera vez, deja solo un pequeño espacio para la esperanza. No es reconfortante aprender de la lectura que, con 1,5 ° C más que 2 ° C, experimentaremos un poco menos de ciclones y sequías, que el nivel del mar se moverá unos pocos millones menos habitantes, ese 90% de los arrecifes de coral habrá desaparecido y no 99%, o la fusión del permafrost liberará un poco menos de gas de efecto invernadero.
No es tranquilizador porque nos dirigimos directamente a un planeta más cálido de 3 ° C a finales de siglo y 1,5 ° C en 2040. Este grado y medio separa un mundo habitable de un mundo insoportable. No hace falta decir que los científicos fuerzan el rasgo. En veinte años, el daño hecho a la naturaleza será irreversible. Esto significa que, a menos que haya una gran oleada colectiva, nosotros, nuestros hijos y nietos sobreviviremos en un ambiente violento.
El realismo manda ahora mismo a adaptarse a este mundo hostil. El interés común a mediano plazo es demasiado rehén de los intereses nacionales en el corto plazo para esperar que un esfuerzo internacional coordinado a gran escala pueda detener la carrera a tiempo. ¿Quién puede pensar que reduciremos a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero a la mitad, mientras que han dejado de caer en 2017 y 2018? Ciertamente, siempre que haya esperanza, no importa cuán pequeña sea, nuestra responsabilidad para con las generaciones futuras es aferrarnos a ella. Pero si la suma de la buena voluntad individual ya no es suficiente, si la cooperación en la ONU es una quimera, desafortunadamente debería confirmarse en diciembre en la próxima COP en Polonia, entonces el destino del planeta puede Todavía dependen de movilizaciones regionales. Al final de un proyecto, Europa se enfrentaría al desafío de la humanidad al decidir someter todas las políticas públicas al único criterio que vale la pena, porque sobresale de todos los demás: la preservación del planeta.
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