El mercado petrolero iraní amenaza al dólar

La administración Bush nunca permitirá que el gobierno iraní abra una bolsa donde el petróleo se comercialice en euros. Si eso sucediera, cientos de miles de millones de dólares sumergirían a su vez a Estados Unidos, colapsando el dólar y destruyendo su economía. Es por eso que "Bush y compañía" planean librar a la nación en guerra con Irán. Es simplemente para proteger el sistema actual de globalización y el dominio continuo del dólar como moneda de reserva.

La queja de que Irán está desarrollando armas nucleares no es más que un pretexto para iniciar la guerra. El NIE (Estimación de Inteligencia Nacional) predice que Irán no podrá producir armas nucleares durante quizás diez años. Al igual que el jefe de la AIEA, Mohamed ElBaradei, ha dicho una y otra vez que los inspectores de su agencia no han encontrado "ninguna evidencia" de un programa de armas nucleares.

No hay armas nucleares ni programas de armas nucleares, pero el plan económico de Irán representa una amenaza existencial para Estados Unidos.

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Estados Unidos monopoliza el mercado del petróleo. Está valorado en dólares y cotiza en el NYMEX (New York Mercantile Exchange) o en el IPE (London International Petroleum Exchange), ambos pertenecientes a Estados Unidos. Esto obliga a todos los bancos centrales del mundo a mantener grandes cantidades de dólares.

El monopolio de la moneda estadounidense ilustra perfectamente el esquema piramidal. Mientras las naciones se vean obligadas a comprar petróleo en dólares, Estados Unidos puede seguir derrochando escandalosamente con impunidad. (El dólar representa ahora el 68% de la moneda de capital mundial frente al 51% de hace diez años) La única amenaza para esta estrategia es la competencia que proyectaría un mercado petrolero independiente; obligando así al dólar vacilante a enfrentarse a una moneda más estable (libre de deuda) como el euro. Esto obligaría a los bancos centrales a diversificar sus activos, enviando miles de millones de dólares de regreso a Estados Unidos, garantizándonos así un ciclo devastador de hiperinflación.

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